Paseando por el Koldo Mitxelena

Siempre me han gustado las bibliotecas. Una biblioteca es un lugar tranquilo, apacible, donde nunca hace frío ni calor, ni llueve, ni sopla el viento. Nadie levanta la voz y eres libre para leer.

De todas ellas, el Koldo Mitxelena , que recibe su nombre del escritor de Rentería, es mi favorita.

Cuando estudiaba aquí, entre las horas de estudio, siempre daba algún paseo en torno a las estanterías de la primera planta, donde se alojan las novelas. De vez en cuando me paraba ante una, la extraía y la ojeaba. Ojearla me podía llevar dos segundos o dos horas, si el libro enganchaba. A menudo salía de la biblioteca con tres libros (el máximo permitido) bajo el brazo.


Hoy estoy de vuelta en el Koldo y una vez más, me paseo entre libros y vidrieras. Y una vez más, salgo con tres libros bajo el brazo. Aunque no sé si tendré tiempo de leermelos, no puedo irme con las manos vacías.

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